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LO MALO:  Los dispositivos móviles "arruinan" el ritmo de una comida

Dicen los libros de urbanidad que las buenas maneras deben estar presentes en todos los momentos de la vida en sociedad, pero no dice que el teléfono móvil -celular- también deba estar presente en todos los momentos de nuestra vida en sociedad, como algunos parecen haber interpretado.


Una cosa es que los modales en la mesa se hayan relajado de forma notable -solo hay que observar a las personas en un restaurante-, y otra es que en la mesa no haya que guardar una mínima educación y compostura.



Hace mucho tiempo que el teléfono móvil, al que muchos califican como una herramienta de trabajo, se ha convertido en un "arma" que nos amenaza constantemente. Da lo mismo que sea nuestro teléfono móvil que el de otras personas, siempre acaba sonando alguno de ellos en el momento menos oportuno.



Nadie llega a la mesa de un restaurante y coloca -o no debería hacerlo- sus pertenencias encima de ella, o coloca las cosas que lleva en el bolso o en los bolsillos. ¿Se imaginan? la mesa llena de paquetitos de kleenex, llaves, caramelos, polveras, lápiz labial, rímel, cortaúñas, limas, pastilleros, sombras de ojos, etc. ¿Por qué el teléfono móvil -celular- sí se coloca encima de la mesa?


Existe una creciente tendencia a colocar el teléfono móvil sobre la mesa al sentarnos, gesto que podría interpretarse como que estamos pendientes de recibir una llama muy urgente, una llamada que nos puede cambiar la vida. ¡No lo creo! Simplemente esperamos el mensaje de ese amigo que nos envía la última tontería que ha leído en la red, el chiste gracioso del periódico o simplemente para decirnos la temperatura. Información muy importante, urgente y vital. Habrá excepciones, no digo que no, pero solo en muy contadas ocasiones están justificadas.



El sonido de un teléfono móvil a la hora de comer es impertinente, tanto como la llamada, tanto como el que hace esa llamada, tanto como el que contesta a esa llamada. Interrumpe conversaciones, estropea la tranquilidad y disfrute de saborear un buen plato de comida, rompe el ritmo de la comida... en definitiva "arruina" el momento sosegado que debería ser la hora de la comida -da lo mismo que sea un almuerzo que una cena-.

A la llamada le suele seguir una conversación que no interesa a ninguna otra persona del restaurante pero que la mayor parte de ellos siguen atentamente de forma obligatoria ante el increíble tono de voz que algunas personas utilizan cuando contestan una llamada. No se sabe si habla o está radiando un encuentro deportivo. ¡Qué fuerte habla! ¡Qué energía! ¡Qué efusividad!


La comida al final no se sabe, de forma clara, si es una reunión de negocios, una transmisión de la radio -con la admisión de llamadas en directo- o una simple broma gastronómica.



Si queremos una comida tranquila, relajada y para disfrutar de ricos sabores y una buena compañía, el teléfono móvil -celular- mejor dejarlo en el guardarropa, en el coche, en el maletín ... o al menos, si lo llevamos encima, apagado o en modo vibración. Cada cosa tiene su tiempo y su momento. La hora de la comida es para comer no para contestar llamadas o utilizar la mesa como si fuera un despacho. Si queremos seguir trabajando es mejor que nos quedemos en la oficina.



 
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